martes, 15 de septiembre de 2009

Bañadores míticos de calendario

Cuando, con escasos 22 años, Brigitte Bardot descubrió su cuerpo al mundo y lo exhibió enfundada en un biquini en una de las escenas de la película Y Dios creó a la mujer (1956), poco podía imaginar que ese atrevimiento iba a abrir la puerta a una nueva forma de ver a la mujer en el cine o mejor, de ver el cuerpo femenino.
Y menos aún, que esa minúscula pieza de ropa, creada por el ingeniero Louis Réard 10 años antes acabaría convertida en todo un fetiche del celuloide.
A partir de aquella película, el recatado bañador de una sola pieza perdió progresivamente su protagonismo y se impuso, no sin escándalos, desde los platós de Hollywood hasta las playas de todo el mundo. Toplés, tangas y triquinis tardarían casi medio siglo más en imponerese en los destinos de sol y playa.
En ese camino que va desde el dos piezas blanco de la Bardot hasta el que catapultó a la fama a Jessica Alba en Inmersión letal (2005) una película hecha casi exclusivamente para el lucimiento de las curvas de la actriz, son muchas las actrices que se han convertido en iconos del cine con solo aparecer en biquini.
Si en el caso de los hombres en bañador no se puede hablar de escándalo, también ellos han encontrado un lugar privilegiado en la memoria colectiva.
En la retina han quedado imágenes como la del filme De aquí a la eternidad (1953), con un musculado Burt Lancaster luciendo un escueto eslip besando apasionadamente a Deborah Kerr en la playa, y aunque sea por motivos bien diferentes, el imposible bañador verde fosforito de Sacha Baron Cohen en la película Borat (2006), una prenda que ha sido bautizada internacionalmente como mankini.
Carcajadas aparte, también han sido muchos los actores de Hollywood cuya imagen en bañador ha marcado época.
Elvis Presley en Blue Hawaii (1961) y Frankie Avalon en Beach party (1963), por ejemplo. Ídolos juveniles tanto para mujeres como para hombres, ambos exhibían el torso y marcaban músculo en ajustadísimos bañadores mientras que sus acompañantes femeninas no se atrevían todavía con un biquini con el que enseñar su ombligo al resto del mundo. Pero si una actriz se ha convertido en emblema hollywoodiense del biquini es Ursula Andress en Dr No (1962).
La imagen de la impresionante actriz suiza saliendo del agua vestida con un biquini blanco, armada con un cuchillo que pendía del cinturón y unas caracolas sacudió no solo al propio James Bond (Sean Connery), que la contemplaba desde la orilla, también a generaciones y generaciones de mitómanos y fetichistas.
Casi medio siglo después de esa imagen, Andress sigue apareciendo en multitud de encuestas como la diosa del biquini.
Y es que la serie del agente 007 ha dado grandes aportaciones a la moda playera en Hollywood.
Si el biquini de Ursula Andress tuvo su réplica en el que lució Halle Berry en Muere otro día (2002), Daniel Craig hizo lo propio en Casino Royale (2006), emulando al Sean Connery de Operación trueno (1965). El erotismo setentero de baja intensidad ha inmortalizado la figura en biquini de actrices como Jacqueline Bisset en Abismo, aunque de esa década se recordará sobre todo a la espectacular Bo Derek de 10, la mujer perfecta (1979).
El género fantástico también ha proporcionado grandes momentos en bañador a la historia del cine.
Solo hay que pensar en Raquel Welch en Hace un millón de años (1966), Jane Fonda en Barbarella (1968) y el enrevesado biquini metálico y dorado de Carrie Fisher en El retorno del Jedi (1983), todo un emblema de la cultura pop.

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